Ya no quedan aquellos penitentes de antaño que se dejaban la sudor en el camino y alguna que otra lágrima del esfuerzo realizado ó bién por la pena de su sacrificio. Ahora hasta el propio Obispo de la Diocesis de Orihula-Alicante, pasa de tanta penitencia como demuestra su coche oficial estacionado en la propia puerta de la Concatedral de San Nicolás. El si tiene y dispone de bula para estos menesteres. Mientras los más necesitados y los impedidos, pasan inadvertidos a una sociedad moderna.-
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