Quede bién claro que, yo no tengo nada en contra de estas personas y se merecen un respeto si saben ganarselo. No obstante, en un Belén como el situado en la plaza de Gabriel Miró donde no cuenta con vigilancia de ninguna clase, se aprovechan algunas personas para inmuscuirse donde nó les llaman. Un violín de rasca y rasca, sin melodia alguna, dos acompañantes para hacer bulto y solicitar las almoinas de los pocos visitantes a este espacio navideño. De paso, el tradicional tintorro de marras y a esperar si alguno se desmadra. ¿Porqué hay que esperar a ello?
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