
Si no es botellón con vidreos rotos entre las rocas del espigón, ahora és un joven encaramado a una columna, a unos tres metros de altura y con peligro de caerse al suelo ó a las aguas del Puerto. Parece que esta zona estimula el gusto por el riesgo entre las nuevas generaciones de alicantinos. Mientras no se lastime nadie. ¿Y donde está la policia Portuaria?
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